“Lo sentimos mucho, esta empresa trabaja por
objetivos”, es lo que te dicen cuando tus horas extras no son más que algo
implícito en tu trabajo, como una tarea más, tu deber. Leyes escritas a fuego
en antiguas piedras que nunca han visto la luz. Nadie te va a dar las gracias por ese
esfuerzo ¡porque es tu trabajo! Una bonita forma de camuflaje para decirte que
reventarás trabajando más de 10 y 12 horas diarias, trabajarás los fines de
semana, harás más tareas de las que pone en tu contrato, te estresarás y tu
cuerpo lo sufrirá… harás tu trabajo y de ninguna boca saldrá un “gracias por el
esfuerzo” o semejantes barbaries.
Firmaste aquel papel escrito con
una letra no apta para miopes narrado en élfico, que seguramente ahora mismo
romperías en mil pedazos y se lo estamparías en la cara a aquel personaje
trajeado que al otro lado de la mesa te sonreía mientras otros están planeando
cómo mover los hilos de la nueva marioneta que habían adquirido a un ridículo
precio de oferta.
Firmaste aquel maldito papel que
te condena a pasar más de un tercio del día encerrado en una oficina rodeado de
imbéciles, a seguir órdenes con las que no estás de acuerdo, a cargarte de responsabilidades y soportar a esos
jefes voceadores que no te piden que hagas tu trabajo sino que lo exigen con un
puñetazo sobre la mesa, a terminar las tareas que tienen que estar para hoy, el
Viernes de tu cumpleaños, porque ese personaje que precisamente hoy se va a su
hora, no lo planificó con suficiente antelación… y todo eso a cambio de un puñado de papelitos
de colores y tamaños variados -y no me refiero al confeti- que han sabido
convertir en necesarios para vivir encarcelado en esta tela de araña que llaman
sociedad.
No te atrevas a rogar por un
puñado más de esos místicos y poderosos papeles con inmenso parecido a los del
Monopoly -que tienen tanto sentido como los de este- para poder pagar el gasto
extra de una cada vez más asfixiante hipoteca o darte el lujo de poder alimentar
a tu familia, porque afortunadamente estás trabajando, y hay millones de recursos
–porque así se llaman en el Mundo Real™- que mañana podrían ocupar tu
escritorio por menos de esa cantidad. Eso es lo que escupen en lenguas muertas con voz de
ultratumba a la vez que un aura negra llena la sala y su figura se enaltece
ante los incrédulos ojos de aquellos desafortunados que han osado enfrentarse a
semejante espectáculo.
Si yo tuviera una empresa…
¿querría un nuevo juego de marionetas? ¿Y si en realidad no fueran marionetas
sino personas? Personas que tuviesen los mismos problemas que yo... ¡A mí
también me cuesta imaginarlo! Pero, en serio, intentemos imaginar que son
personas, y esas personas que vienen a mi
empresa lo hicieran con una sonrisa, motivadas, y que por algún extraño motivo
que escapa a la razón, les gusten sus labores y se sientan orgullosos de ellas,
y que además, se les reconociera por ello, ¿no serían más productivos? Si así
fuese, implicaría que necesitaría menos personal para sacar adelante la
empresa.
Si yo tuviera una empresa, la
llamaría Quimera, y aquí, el contrato de trabajo no sería una sentencia, sino un
mero trámite para ligar a ese individuo a mi empresa, con una cantidad
especificada que me permita tener mi margen de beneficios, y además ese
trabajador esté de acuerdo, que estampe su rúbrica porque así lo desea, no por
la necesidad de hacerlo.
Y si un trabajador está contento con su sueldo, ¿para qué necesita más dinero? –si aún no se han caído de la silla, sepan por favor, es una mera suposición absurda patrocinada por Quimera-. Quiero decir, no es justo por ello exigirle más, pero si en ese caso fuese, ¿por qué tendría que ser con dinero en mano? ¿Qué hay de salir antes de tu hora o un día libre por el esfuerzo? Oiga, ¿no le gustaría trabajar desde casa algún día? ¿Qué me dicen si le invito a usted y a su pareja a una cena para dos en el restaurante que elijan? ¿Y a quien no le gusta una escapada romántica con acompañante? ¿Ayudar quizás en problemas o dificultades personales con contactos? Al fin y al cabo, es una persona, así que seguramente, tenga problemas, igual que yo… igual que todos -suponiendo que todos seamos personas, porque algunos deben ser parientes cercanos de alguna especie exótica de cerdo-.
El dinero está sobrevalorado. Una
empresa no es más que un ente hambriento que se mueve por y para el dinero, y
en cierta manera, así debe ser, puesto que si no tengo beneficios, ¡no tendría
empresa! ¿Tiene cabida entonces pensar en sacrificar beneficios por la calidad
de vida de mis trabajadores, e incluso la mía? ¿Qué porcentaje de su sueldo
estaría usted dispuesto a perder con tal de invertirlo en otras cosas? ¿Qué compraría con esa parte de su sueldo? ¿No
dicen que el tiempo vale oro? ¿Y si decido invertir en esa mina de oro para
poder estar con mi familia o tomar algo con los amigos? O simplemente poder dedicarme
a mis hobbies… igual hasta me entero de lo que ocurre en el mundo durante el
día.
¿Y si además consiguiera que la
gente que entra por la puerta de mi Quimera se sintiera identificada con mi
marca, con su nombre, su logotipo o color? Entonces podría conseguir que esa
persona estuviese contenta, permaneciera a mi lado, empujando el negocio durante
un largo tiempo, quizás para siempre. Y si no tengo que contratar continuamente
¿para qué necesito invertir tanto dinero en el departamento de recursos
humanos?
Ahora que he abierto la caja de
pandora, se me ocurren más cosas por la que a mi personal podría gustarle esta
empresa… Un horario flexible cuando sea posible, cursos para tener mejores
profesionales, y… bueno, todo en esta vida no es trabajar... ¿qué hay de un
sano picnic en el campo, fiestas o actividades de esta índole promovidas por la
empresa? ¡Un día en el que cada uno traiga comida típica de su ciudad natal! ¡Fiestas
sorpresa de cumpleaños o aniversarios!
Mmm… ¿si invierto tanto tiempo y
actividades con estas personas durante los años que llevan a mi lado, no podrían
ser hasta mis amigos? Es cierto, ¿acaso le hablas a voces a tus amigos
aporreando la mesa y exigiendo? Quizás bastaría con usar lo que, en la realidad,
parece un imposible combo de palabras en el orden y entonación correctos para
que el trabajo fluya y sea realizado. Igual es que alguien lo intentó y acabó vagando por alguno de los círculos del Infierno de Dante…
Bueno, parece que el interior de la
Quimera está contento y funcionando. Igual se propaga la voz y tengo más futuros
empleados competitivos y motivados, pero ¿cómo hacer para que mi empresa esté
bien vista desde el exterior? ¿Podría ayudar de alguna forma a hacer crecer mi
imagen corporativa? Podríamos dedicar algún día al año a hacer labores
caritativas en ONG, jornadas de puertas abiertas para captar futuros talentos y
gente joven, enseñar la calidad de nuestro trabajo y… ¡Vaya! Hablando de
calidad, parece que el sueño de tener mi empresa no ha durado mucho, puesto que
en este momento mi jefe está gritando mi nombre porque parece que no se hacer
bien mi trabajo, así que voy a ver si llego antes de que esa vena le reviente,
que ya lo que faltaba es que con este sueldo también me pongan a fregar suelos...
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