viernes, 9 de mayo de 2014

Si yo tuviera una empresa

 “Lo sentimos mucho, esta empresa trabaja por objetivos”, es lo que te dicen cuando tus horas extras no son más que algo implícito en tu trabajo, como una tarea más, tu deber. Leyes escritas a fuego en antiguas piedras que nunca han visto la luz. Nadie te va a dar las gracias por ese esfuerzo ¡porque es tu trabajo! Una bonita forma de camuflaje para decirte que reventarás trabajando más de 10 y 12 horas diarias, trabajarás los fines de semana, harás más tareas de las que pone en tu contrato, te estresarás y tu cuerpo lo sufrirá… harás tu trabajo y de ninguna boca saldrá un “gracias por el esfuerzo” o semejantes barbaries.

Firmaste aquel papel escrito con una letra no apta para miopes narrado en élfico, que seguramente ahora mismo romperías en mil pedazos y se lo estamparías en la cara a aquel personaje trajeado que al otro lado de la mesa te sonreía mientras otros están planeando cómo mover los hilos de la nueva marioneta que habían adquirido a un ridículo precio de oferta.

Firmaste aquel maldito papel que te condena a pasar más de un tercio del día encerrado en una oficina rodeado de imbéciles, a seguir órdenes con las que no estás de acuerdo, a cargarte de responsabilidades y soportar a esos jefes voceadores que no te piden que hagas tu trabajo sino que lo exigen con un puñetazo sobre la mesa, a terminar las tareas que tienen que estar para hoy, el Viernes de tu cumpleaños, porque ese personaje que precisamente hoy se va a su hora, no lo planificó con suficiente antelación…  y todo eso a cambio de un puñado de papelitos de colores y tamaños variados -y no me refiero al confeti- que han sabido convertir en necesarios para vivir encarcelado en esta tela de araña que llaman sociedad.

No te atrevas a rogar por un puñado más de esos místicos y poderosos papeles con inmenso parecido a los del Monopoly -que tienen tanto sentido como los de este- para poder pagar el gasto extra de una cada vez más asfixiante hipoteca o darte el lujo de poder alimentar a tu familia, porque afortunadamente estás trabajando, y hay millones de recursos –porque así se llaman en el Mundo Real™- que mañana podrían ocupar tu escritorio por menos de esa cantidad. Eso es lo que escupen en lenguas muertas con voz de ultratumba a la vez que un aura negra llena la sala y su figura se enaltece ante los incrédulos ojos de aquellos desafortunados que han osado enfrentarse a semejante espectáculo.

Si yo tuviera una empresa… ¿querría un nuevo juego de marionetas? ¿Y si en realidad no fueran marionetas sino personas? Personas que tuviesen los mismos problemas que yo... ¡A mí también me cuesta imaginarlo! Pero, en serio, intentemos imaginar que son personas, y esas personas que vienen a mi empresa lo hicieran con una sonrisa, motivadas, y que por algún extraño motivo que escapa a la razón, les gusten sus labores y se sientan orgullosos de ellas, y que además, se les reconociera por ello, ¿no serían más productivos? Si así fuese, implicaría que necesitaría menos personal para sacar adelante la empresa.

Si yo tuviera una empresa, la llamaría Quimera, y aquí, el contrato de trabajo no sería una sentencia, sino un mero trámite para ligar a ese individuo a mi empresa, con una cantidad especificada que me permita tener mi margen de beneficios, y además ese trabajador esté de acuerdo, que estampe su rúbrica porque así lo desea, no por la necesidad de hacerlo.

Y si un trabajador está contento con su sueldo, ¿para qué necesita más dinero? –si aún no se han caído de la silla, sepan por favor, es una mera suposición absurda patrocinada por Quimera-. Quiero decir, no es justo por ello exigirle más, pero si en ese caso fuese, ¿por qué tendría que ser con dinero en mano? ¿Qué hay de salir antes de tu hora o un día libre por el esfuerzo? Oiga, ¿no le gustaría trabajar desde casa algún día? ¿Qué me dicen si le invito a usted y a su pareja a una cena para dos en el restaurante que elijan? ¿Y a quien no le gusta una escapada romántica con acompañante? ¿Ayudar quizás en problemas o dificultades personales con contactos? Al fin y al cabo, es una persona, así que seguramente, tenga problemas, igual que yo… igual que todos -suponiendo que todos seamos personas, porque algunos deben ser parientes cercanos de alguna especie exótica de cerdo-.

El dinero está sobrevalorado. Una empresa no es más que un ente hambriento que se mueve por y para el dinero, y en cierta manera, así debe ser, puesto que si no tengo beneficios, ¡no tendría empresa! ¿Tiene cabida entonces pensar en sacrificar beneficios por la calidad de vida de mis trabajadores, e incluso la mía? ¿Qué porcentaje de su sueldo estaría usted dispuesto a perder con tal de invertirlo en otras cosas? ¿Qué compraría con esa parte de su sueldo? ¿No dicen que el tiempo vale oro? ¿Y si decido invertir en esa mina de oro para poder estar con mi familia o tomar algo con los amigos? O simplemente poder dedicarme a mis hobbies… igual hasta me entero de lo que ocurre en el mundo durante el día.

¿Y si además consiguiera que la gente que entra por la puerta de mi Quimera se sintiera identificada con mi marca, con su nombre, su logotipo o color? Entonces podría conseguir que esa persona estuviese contenta, permaneciera a mi lado, empujando el negocio durante un largo tiempo, quizás para siempre. Y si no tengo que contratar continuamente ¿para qué necesito invertir tanto dinero en el departamento de recursos humanos?

Ahora que he abierto la caja de pandora, se me ocurren más cosas por la que a mi personal podría gustarle esta empresa… Un horario flexible cuando sea posible, cursos para tener mejores profesionales, y… bueno, todo en esta vida no es trabajar... ¿qué hay de un sano picnic en el campo, fiestas o actividades de esta índole promovidas por la empresa? ¡Un día en el que cada uno traiga comida típica de su ciudad natal! ¡Fiestas sorpresa de cumpleaños o aniversarios!

Mmm… ¿si invierto tanto tiempo y actividades con estas personas durante los años que llevan a mi lado, no podrían ser hasta mis amigos? Es cierto, ¿acaso le hablas a voces a tus amigos aporreando la mesa y exigiendo? Quizás bastaría con usar lo que, en la realidad, parece un imposible combo de palabras en el orden y entonación correctos para que el trabajo fluya y sea realizado. Igual es que alguien lo intentó y acabó vagando por alguno de los círculos del Infierno de Dante…


Bueno, parece que el interior de la Quimera está contento y funcionando. Igual se propaga la voz y tengo más futuros empleados competitivos y motivados, pero ¿cómo hacer para que mi empresa esté bien vista desde el exterior? ¿Podría ayudar de alguna forma a hacer crecer mi imagen corporativa? Podríamos dedicar algún día al año a hacer labores caritativas en ONG, jornadas de puertas abiertas para captar futuros talentos y gente joven, enseñar la calidad de nuestro trabajo y… ¡Vaya! Hablando de calidad, parece que el sueño de tener mi empresa no ha durado mucho, puesto que en este momento mi jefe está gritando mi nombre porque parece que no se hacer bien mi trabajo, así que voy a ver si llego antes de que esa vena le reviente, que ya lo que faltaba es que con este sueldo también me pongan a fregar suelos...

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