viernes, 25 de abril de 2014
jueves, 24 de abril de 2014
Al llegar del trabajo
En un día cualquiera de un verano
cualquiera, yo te esperaba en casa a que llegases de trabajar. Al oír la llave
introduciéndose en la cerradura, me acerqué a la puerta y allí apareciste, con
una camiseta de esas que a ti te gustan, de las de cuello tan ancho que resbalan
sobre un hombro al descubierto, mostrando de forma sensual tu sostén, y dejando
a la imaginación lo que no se ve. Una negra falda larga, que se insinúa
transparente, ondea a tu alrededor por la corriente de aire que atraviesa la
puerta, y a la vez traslada tu fresco y dulce perfume hasta mí. Te completa tu
bolso, tu compañero inseparable fuera de casa y un pañuelo adornando tu
perfecto cuello, que llama incesantemente a mi boca casi a gritos para que se
acerque, como siempre… hay cosas que no se pueden cambiar.
En lo que parecieron unas décimas
de segundo te cogí del brazo, cerré la puerta y te arrojé contra la pared
dejando que tu bolso se perdiera por el camino. Te agarré con fuerza ambas
manos, inmovilizándote con una, y con la otra te sujetaba del pelo con firmeza
hasta estar detrás de ti, mientras apoyaba tu nuca sobre mi hombro sin soltarte.
Noté que estabas asustada, mirándome de reojo con respiración temblorosa y casi
tiritando, pidiéndome explicaciones sin si quiera poder articular palabra.
Antes de que pudieras reaccionar,
apoyé ligeramente mi nariz contra tu oído y con susurros insinué lo que iba a
pasar a continuación. Tu mirada y tu sonrisa picaresca acompañadas de algo que
no se si fue un suspiro o un leve gemido me lo dijeron todo. Solté tu pelo y me
llevé la mano a mi cinturón, a la vez que tus manos trataban de encontrar aquello
que querías, pero aún no había acabado contigo. Tú ibas a ser mi juguete esa
tarde.
miércoles, 16 de abril de 2014
sábado, 12 de abril de 2014
viernes, 11 de abril de 2014
Placeres de la vida (IV)
- Colapsarte con la mirada
- El sexo de madrugada
- Llorar de la risa
- Conducir con el cristal bajado en una mañana de verano
- Abrazarte
jueves, 10 de abril de 2014
Aquel gran novato
En aquel momento no tenía ni idea de quién era. Solo era trabajo. Nada importante, nada transcendente. Tan solo un hombre callado y reservado, uno más en la oficina. Alguien en quien no te fijarías si no fuese porque te toca trabajar codo con codo día tras día.
Fueron pasando los días y cruzándose las primeras palabras. Los monosílabos dieron paso a las típicas conversaciones de alguien al que acabas de conocer, como si nos interesase la vida anterior de esa persona con la que tenemos que tratar más de un tercio del día.
El grupo creció, y las competiciones entre nosotros, si es que alguna vez las hubo, pasaron a ser ayudas mutuas, traspaso de conocimientos, charlas divertidas en los desayunos, cortos descansos en el sitio de unos y de otros, a la vez que nos íbamos conociendo más.
miércoles, 9 de abril de 2014
Shotta - Felicidad (con Morodo)
La felicidad, toda la vida buscándola
y si quieres saber donde está...
observa tu recorrido, mi hermano,
ella siempre ha estado a tu lado contigo.
Y la felicidad, si ya la tienes compártela
y si no, no vale ná...
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